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Mi testimonio, aunque suene paradójico, es el relato de mi autocensura. Voy a dejar constancia del periodismo que no puedo ejercer. No daré mi verdadero nombre, pero me podéis llamar Zenobia, como la reina de Palmira. Soy una mujer como cualquier otra que inicia su andadura dentro del periodismo en un contexto lleno de obstáculos: crisis económica, desempleo, competencia directa con profesionales de alta experiencia, centralización de los medios de comunicación entorno a las grandes empresas, precariedad laboral, ejercicio multitarea y extinción de la corresponsalía; son sólo algunos de las dificultades que afronta un periodista recién licenciado.
Muchos de mis compañeros de carrera decidieron probar suerte en otros lugares del mundo y compatibilizan su trabajo con el estudio del master. Yo era uno de ellos. Hace menos de un año cogí un avión y me instalé en Siria con la esperanza de perfeccionar mi árabe. El propósito era quedarme un par de años hasta que fuese capaz de leer periódicos y redactar noticias en árabe para conseguir un empleo en cualquier parte, tanto en España como en el extranjero.
Mi meta es ser corresponsal en los países árabes y lo es desde mucho antes de que comenzara la mal llamada Primavera Árabe. Yo ya sabía que harían falta voces desde el otro lado, porque creía en mi facultad de conocer lo esencial de ambas culturas y me sentía una llave para la comprensión mutua.
Obviando los detalles que todo el mundo conoce, la Primavera floreció en Túnez. Luego, enseguida, en Egipto y más tarde en Libia. Parece que allí la primavera se acabó y un largo invierno se dispersó entre los demás: Yemen al borde de una guerra civil larga y sangrienta, Bahrein reprimida a sangre y fuego y la propia Libia, donde a pesar de que el número de muertos alcanza la escalofriante cifra de 10.000, Muamar el Gadafi se permite salir en la televisión estatal jugando al ajedrez.
Yo vivía pendiente del desarrollo de los acontecimientos que desataba esta gran ola revolucionaria con la esperanza puesta en el pueblo sirio. Primero, temía que Siria fuese una excepción, tal y como aseguró Bashar que sería. Luego, llegaron las noticias del levantamiento de Deraa y otras ciudades. “Son acontecimientos aislados”, pensaban unos. “Si este viernes no se manifiestan, todo habrá acabado”, decían otros. Pero al día siguiente, terminada la oración, salían de las mezquitas exigiendo reformas tan elementales como el fin del Estado de Emergencia o la Libertad de Prensa.
Al final, los hechos se sucedían tan rápido que apenas era consciente de que Siria se había convertido en el centro informativo de los medios de comunicación. Y yo quería contar lo que estaba pasando. Al fin y al cabo, era periodista y tenía la oportunidad de ejercer como corresponsal free lance. No contaba con la presión de la familia ni de los seres queridos que allí me protegían y que me aconsejaban que me fuese cuanto antes porque “las cosas sólo podían ir a peor”.
A pesar de todas las advertencias, yo me revelaba. Escribí mis primeras crónicas en facebook bajo un pseudónimo hablando del ambiente tenso que se respiraba los primeros días de manifestaciones. Mi ciudad se había convertido de la noche a la mañana en el gran foco de los conflictos. Hablaba del ruido de las balas durante la noche, el cierre de los locales durante el día, las filas de personas frente a los centros comerciales para comprar comida y la suspensión de las clases en colegios y universidades.
Nunca pude aventurarme e ir a primera línea de las manifestaciones. Allí, sin trabajo, dependía de los demás. Lo más seguro era estar siempre en compañía. Al mismo tiempo, era un gran riesgo moverse sola por la ciudad porque me exponía a las detenciones aleatorias que suele hacer el régimen para infundir el miedo. Se suponía que estaba allí para aprender árabe y haber asumido cualquier otro tipo de papel hubiese sido, para muchos de mis compañeros, irrelevante y peligroso.
Sin apoyos logísticos ni personales, tuve que darme por vencida a pesar de que volver significaba una profunda derrota profesional y emocional. Sabía que el régimen no dejaría entrar a más periodistas para informar sobre lo que ocurría y a otros muchos los detendría o los expulsaría del país, como efectivamente ocurrió. De haberme quedado, hubiese sido expulsada como los demás.
El miedo se percibía en el cibercafé que frecuentaba para mantenerme conectada con el mundo exterior. Los usuarios nos mirábamos con desconfianza, pensando si alguno podría ser miembro de la temida mujabarat (el servicio secreto del régimen). Contacté por facebook con algunas personas de confianza que me animaban a seguir informando y, a pesar de la presión, yo hacía lo que podía. Pero no me quedaba mucho tiempo.
Un día a mediados de abril, cientos de manifestantes, hombres, mujeres y niños, se manifestaron en torno a la plaza principal exigiendo el fin del régimen. A pesar de que la televisión estatal aseguraba que grupos terroristas armados estaban detrás de los enfrentamientos, la realidad palpable que viví era muy distinta. Aquel día todo el pueblo se había echado a la calle. Los manifestantes coreaban insignias que manifestaban su intención pacífica. Estaban reclamando sus derechos legítimos.
Aquella noche, escuché los primeros disparos. Se escuchaban por toda la ciudad. Oí a personas gritando por megáfonos “alahu akbar”, con voz aterrada pero firme. Salí al balcón. Había movimiento en el barrio. Un grupo de jóvenes gritaba: “Despertaos, despertaos, están disparando a los manifestantes en el centro, no durmáis!” Luego, empezaron a colocar cubos de basura en el extremo de las calles para taponar las entradas e impedir el acceso a un eventual intervención de las fuerzas del régimen para finalmente, hacer las primeras manifestaciones que no se veían en el barrio desde hacía décadas. Según las cifras que manejo, durante esos días al menos 30 personas murieron en la ciudad en la que vivía y otras 90 resultaron heridas .
No volví a ser testigo de una manifestación tan multitudinaria porque desde entonces, el miedo se hizo muy presente entra la población. Ni siquiera los niños están a salvo de las torturas, como sabemos por la terrible historia de Hamza al Jatib. Pero a pesar de ello, todavía siguen saliendo cada viernes desde el inicio de las protestas, en una demostración de valentía digna de admiración.
Aquel día supe que las protestas no tendrían vuelta atrás, pero también sospeché que aquella noche simbolizaba mi billete de vuelta a España. Fue duro tener que despedirse de todas las personas con las que había compartido mi vida durante varios meses. Me decían que podría hacer mucho más por ellos desde fuera que desde dentro, donde salir a manifestarse es arriesgarse la vida.
Me convencí que en España podría moverme con más libertad y apoyar todas las iniciativas que desarrollase la población civil española para denunciar lo que estaba ocurriendo. Pero cuando volví, la realidad era muy distinta de mis expectativas. En primer lugar, la gente con la que hablaba no se acababa de creer que el pueblo sirio se revelaba contra el régimen y comprendí que la mentira de que fuerzas extranjeras y grupos salafistas estaban arengando al pueblo en las protestas estaba mucho más extendida. En segundo lugar, los que confiaban en mi palabra me aconsejaban que no se me ocurriese hablar en público de todo lo que sabía o me expondría a posibles censuras e incluso a la persecución de los seguidores de Bashar al Asad. Tampoco me permitieron acercarme a las manifestaciones frente de la embajada siria porque cuentan que disponen de cámaras que fotografían a los manifestantes para luego no dejarles entrar en el país.
Los periodistas dentro de Siria no pueden desarrollar libremente su trabajo sin que los amenacen o los detengan. Es el caso de Samira al Masalma, una periodista del diario estatal sirio "Teshreen" que no supo o no pudo defender más el régimen que había asaltado su tierra natal Daraa, y que se atrevió a comentar que “alguien tendrá que responder por lo ocurrido” en una entrevista para al jazeera. Inmediatamente después, fue cesada de su cargo y públicamente no se supo más de ella.
Pero también los periodistas del exterior están expuestos a cualquier tipo de desinformación, ya que al prohibir la entrada al país no pueden contrastar sus fuentes. Así, es muy probable que cualquier información que intenta enviar mensajes de esperanza o acercarnos a la realidad que se vive dentro del país puede estar motivada por intereses ocultos. Es lo que pasó con la embajadora siria en Paris, quien supuestamente anunció su dimisión en la cadena de France24, para posteriormente desmentirlo y agregar que demandará judicialmente a la cadena de televisión.
También ocurrió otro tanto hace poco, cuando conocíamos el supuesto blog de una “lesbiana en Damasco” que había sido detenida por el régimen para enterarnos más tarde, que todo era producto de la imaginación de un norteamericano de 40 años llamado Tom MacMaster que se hacía pasar por Amina al Araf para, según cuenta en la última entrada, “crear una importante voz sobre asuntos que me importan enormemente”. Lo que MacMaster no sabe es que actitudes como la suya van en detrimento de los propios activistas que a diario tienen que enfrentarse a situaciones mucho más difíciles que las que explicaba en ese blog y que centrar la cobertura informativa en una mentira es la peor forma de ayudar al pueblo sirio.
Los medios de comunicación tradicionales, sin la cobertura informativa contrastada y constante que otorgan los corresponsales, se ven desgraciadamente abocados a publicar noticias de agencia que no profundizan ni contextualizan y eso siempre va en detrimento de la opinión pública y a favor del opresor. Así, al régimen sí le interesa la entrada de periodistas cuando se hayan cadáveres de supuestos miembros de ejército, mientras que por otro lado sigue negando el visado a los periodistas que lo solicitan.
Quedan, sin embargo, motivos para la esperanza. A pesar de lo poco que he podido hacer desde que he vuelto, espero que este testimonio sirva para denunciar el silencio que parece existir en torno a lo que está ocurriendo en Siria, muchas veces motivado por el miedo y otros, por la desinformación provocada por la censura del régimen en la guerra mediática que ha emprendido para negar lo evidente: que el pueblo quiere dignidad y libertad.
También es evidente el papel fundamental que están desarrollando las nuevas tecnologías en Oriente Medio, sin el cual hoy no podríamos saber lo que ocurre dentro del país. Los videos que los propios manifestantes graban con sus cámaras de móvil, se convierten cada vez más, en la única información de la que disponen los periodistas desvinculada de la fuente oficial. Los periodistas que usan estos medios (youtube, facebook, twitter...) para transmitir lo que está ocurriendo a su audiencia deben, más que ejercer como medio que sigue en directo lo que ocurre, como investigador que contrasta esas fuentes que llegan de medios tan diversos y que a veces, como ya hemos visto, con fines oscurantistas y poco éticos.

Un año más, con motivo de una nueva edición de los Premios Cirilo Rodríguez, la Asociación de la Prensa de Segovia y la Universidad de Valladolid en el Campus de esta ciudad han reunido a un nutrido grupo de profesionales de la Información, profesores y estudiantes de Comunicación y ciudadanos y ciudadanas en general, personas, todas ellas, interesadas en el desarrollo de modelos de comunicación de calidad y al servicio de la sociedad. Las IV Jornadas de El Periodismo en lo Global han contado con más de 200 asistentes y más de una veintena de profesionales ponentes, que han debatido sobre el presente y el futuro de “El Periodismo en lo Global”.
En esta edición, las jornadas han permitido analizar un entorno influido por el papel de la comunicación ciudadana en las revoluciones del norte de África y por el movimiento del 15 M “Democracia Real, ya!” en las ciudades españolas, con especial protagonismo de la Puerta del Sol de Madrid, símbolo de la ya denominada “Spanish revolution”.
Los aquí reunidos nos reafirmamos en los principios que en todos estos años han figurado en el frontispicio de la buena práctica profesional del Periodismo, principios resumidos por Kovach y Rosenstiel (2003) y que sintetizan los elementos necesarios para ejercer un periodismo de calidad: La búsqueda de la verdad, la lealtad ante los ciudadanos, el ejercicio de la disciplina de verificación, el mantenimiento de la independencia con respecto a aquellos de quienes se informa, el ejercicio de un control independiente del poder, el servir de foro público para la crítica y el comentario, el esfuerzo para que el significante sea sugerente y relevante, el compromiso de que la noticia sea exhaustiva y proporcionada y el respeto a la conciencia individual de sus profesionales.
En estas jornadas se ha vuelto a constatar con preocupación que en el momento actual la principal amenaza para las empresas es que el Periodismo, en una proporción muy grande, está gobernado por los directivos de empresas que atienden prioritariamente a la cuenta de resultados y que este hecho se ha agravado por la falta de previsión en la creación de un modelo de negocio que permitiera sobrevivir a las empresas en este nuevo contexto digital. Esta constatación refleja que existe el riesgo de que se siga alimentando un proceso de devastación del trabajo profesional de calidad en el periodismo multimedia.
Son muchos los profesionales que han comprobado en su propia carne cómo el ejercicio de la independencia los ha llevado al paro. Son más de 5.000 los profesionales españoles en paro en el final de la primera década del siglo XXI. Los expedientes de regulación de empleo aplicados desde mediados de la primera década del siglo en las empresas públicas de radiotelevisión han provocado el que se prescinda de algunos de los profesionales más experimentados, perdiéndose así una oportunidad para que las más curtidas generaciones de periodistas transmitan su saber y conocimiento a quienes se incorporan a la profesión.
El poder político no ha demostrado ser más sensible a la idea de que la buena información es un ejercicio imprescindible para la existencia de una buena democracia y esto se ha demostrado en los últimos años en ejemplos como la práctica usual de convocatorias de medios, ruedas de prensa, conferencias e intervenciones, sin turnos de preguntas ni repreguntas o desde la práctica ya instaurada de un periodismo de declaraciones impuesto desde las direcciones de los partidos políticos. Los últimos acontecimientos muestran que los ciudadanos han llegado a un nivel de hartazgo insoportable y han salido a la calle, también para reivindicar su derecho a la construcción de un ¡Periodismo real, ya!
En estas jornadas hemos podido constatar que algunos de los profesionales más experimentados y comprometidos con la profesión periodística, han convertido las carencias del sistema en una oportunidad para el cambio. Las múltiples oportunidades que actualmente brindan las tecnologías de la información y de la comunicación sirven para ejercer una nueva AUTORITAS basada en la ética y el compromiso con la sociedad. La creación de blogs personales sirve para respaldar esa independencia profesional que en estos momentos resulta imprescindible. En estas jornadas hemos sido testigos de que el ejercicio de ese otro periodismo es posible y se concreta en iniciativas que pretenden servir también como una oportunidad para realizar un “periodismo humano”, que se desmarque de todo simulacro.
POR TODAS ESTAS RAZONES, LOS AQUÍ REUNIDOS SUSCRIBMOS LAS SIGUIENTES PROPUESTAS:
  1. El Periodismo en este contexto global sólo puede ser entendido desde la suscripción de un contrato simbólico con toda la sociedad que incluya la atención a los intereses de las mayorías y de las minorías sociales. Ese contrato parte de la atención a los principios ya asentados de un periodismo basado en la honestidad y en la búsqueda de la verdad como sinónimos de CALIDAD.
  2. En el contexto digital actual las empresas de comunicación cuentan con herramientas extraordinarias que facilitan el ejercicio de un periodismo multitarea. Se ha constatado que en ocasiones esta práctica ha llevado a un deterioro de la calidad del trabajo profesional y a la precarización del empleo. Es urgente que las empresas sean sensibles a las reflexiones realizadas por los propios profesionales de la comunicación y pacten los límites de una labor que debe llegar hasta donde sea posible, compatibilizando la nueva tendencia a la multifuncionalidad del profesional con el ejercicio del rigor y la calidad.
  3. Los profesionales de la información y de la comunicación tienen una responsabilidad pedagógica a la que no pueden renunciar. Los movimientos sociales que han salido a la calle en mayo de 2011 son el símbolo del afán de la sociedad por participar activamente en la construcción de otra comunicación posible. Son los profesionales quienes pueden mostrar cómo su labor puede ser facilitadora de unos flujos de comunicación que garanticen la veracidad de las informaciones.
  4. Las empresas deben sentir que los profesionales son los primeros interesados en suscribir un contrato con los ciudadanos y ciudadanas. El concepto de audiencia es un concepto meramente numérico que no es compatible con el actual contexto digital. Hace tiempo que los medios de comunicación deberían haber modificado su valoración sobre la cadena de valor que debería aplicarse en los procesos informativos. Muchos ciudadanos y muchas ciudadanas han asumido ya un papel activo en los procesos de comunicación y acceden de forma selectiva reprogramando de forma selectiva un acceso multimedia hasta ahora desconocido y produciendo también sus propias iniciativas de comunicación.
  1. El ejercicio del periodismo permite que haya periodistas que han compatibilizado su colaboración con empresas públicas y privadas y un trabajo más integral que permite la realización de Videoblogs y bitácoras personales que están llegando directamente a las ciudadanas y a los ciudadanos a través de las redes sociales. Cada vez más este tipo de información está llegando hasta la sociedad de una manera más directa y eficaz que en los soportes tradicionales.
  1. Quienes ejercen el periodismo en la segunda década del siglo XXI se han dado cuenta que hay una nueva prioridad: poder contar el contexto. Es obligación de la información del siglo XXI humanizar y poner rostro a las noticias.
  1. Las redes sociales son un instrumento interesante de comunicación y de intercambio pero a la vez facilitan el ejercicio de una información rápida y fragmentada que corre el riesgo de influir en el ejercicio de un periodismo superficial y descontextualizado que prefiere renunciar a la profundidad. Frente al ruido hay que oponer una información suficientemente contextualizada.
  1. Los periodistas somos buscadores y facilitadores de información y debemos estar al servicio de la sociedad. Los medios de comunicación públicos son en estos momentos imprescindibles para liderar el desarrollo de una comunicación de calidad. El aprovechamiento social, educativo y cultural de la comunicación audiovisual y multimedia depende del trabajo que actualmente desarrollan en punta de lanza los medios públicos de comunicación: Agencia EFE y el desarrollo de medios interactivos en la Corporación RTVE.
  1. Todas las instituciones, públicas y privadas, deberían ser conscientes del valor que el ejercicio del periodismo tiene para el futuro de la democracia y para la reconstrucción de un sistema económico sostenible. El deterioro de la profesión periodística es un reflejo más del deterioro de un sistema que está siendo denunciado por ciudadanas y ciudadanos que al margen de su militancia responden en su indignación a perfiles ideológicos de todo el espectro. Es imprescindible abrir un debate que permita consensuar unos mínimos que hagan posible el ejercicio de una información de calidad que responda a viejos y nuevos ideales.
  2. Educar para la comunicación y el desarrollo del pensamiento crítico es una de los objetivos que deben unirnos para conseguir una sociedad que aproveche el inmenso potencial de las actuales tecnologías de la información y de la comunicación y sea capaz de responder a las exigencias de una ciudadanía que reclama también otra comunicación posible.
Desde la Asociación de la Prensa de Segovia y de la Universidad de Valladolid en el Campus de esta ciudad os invitamos a participar en el Congreso de Eduacción Mediática que se celebrará en Segovia del 14 al 16 de octubre próximos en esta ciudad.

Segovia, 27 de mayo de 2011